domingo, 10 de febrero de 2013

Santorini.


Hace unos años hice un viaje en crucero por Grecia. La ciudad que más me impactó fue una ciudad que estaba situada encima de una montaña, y las únicas maneras de subir eran andando, en teleférico o en burro, Santorini. Nosotros preferimos subir en teleférico ya que era una pendiente muy inclinada.



Cuando llegamos arriba, era una ciudad muy pequeñita, llena de pequeñas casas como con rasgos orientales, blancas y azules.
Las vistas desde arriba eran preciosas. Estuvimos andando todo el día, entrando en las pequeñas tiendas que había, dónde prácticamente todo lo que vendían eran souvenirs, ya que Santorini se ha converido en uno de los principales destinos turísticos de Europa.
Cuando voy de viaje me gusta ir a mi aire, y fijarme hasta en los más mínimos detalles de todo, esta ciudad tenía muchos detalles de esos pecualiares, nunca me hubiera imaginado que existiría una ciudad encima de una montaña.

Cuando estaba andando observando todo el paisaje, me paró una mujer que estaba tirada en el suelo con una manta. Me hablaba en su idioma y al ver que no hablabamos el mismo y que era una turista, me regaló una figurita que llevaba con ella, y en inglés me dijo que volviera pronto.
Esa situación me hizo pensar mucho, ya que ella aún no teniendo donde vivir lo poco que tiene, que no sé si sería de valor para ella se lo dio a una turista que no conocía de nada, pero ante todo, con una gran sonrisa en la boca.
Se había hecho de noche ya, y esta vez decidimos bajar andando.
Era una gran cuesta en forma de zig-zag por donde también bajaban los burros, y esque cada vez que bajaba un grupo de éstos nos teníamos que apartar corriendo porque no frenaban.

Llegamos al barco todos muy cansados y después de una ducha fuímos a cenar y estuvímos comentando lo que nos había parecido la ciudad.

Sin duda una de las ciudades más bonitas que he visitado jamás.
Lorena.

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